Se destina a locales comerciales y oficinas en la planta baja y entresuelo, y viviendas de alquiler en el resto. Las distribuciones se organizan en torno a los patios de luces y los núcleos de escalera adosados, existiendo un núcleo principal y otro secundario para el acceso independiente al área de servicio.
En su construcción se utilizaron materiales nobles, como mármoles para los zaguanes, piedra arenisca para el zócalo, hierro y cristal para marquesinas y cerrajerías y pizarra simulada para la cubierta.
Gracias a una entrevista realizada por el Diario Información a una de las propietarias de la casa podemos hacernos una idea de cómo es el interior de la vivienda: "Nada más entrar, llama la atención un enorme vestíbulo con vigas de hierro vistas, molduras decorativas y el suelo original modernista, de losetas pintadas simulando alfombras. Las estancias que vemos son amplias y con grandes ventanales dando al mar." Luisa de la Vega Reus, bisnieta del constructor. 

La construcción de la Casa Carbonell está unida a una de las mayores leyendas urbanas de Alicante. Cuenta que el industrial alcoyano Enrique Carbonell entró un día al hotel Palace mal vestido y sucio después de un viaje y no le dejaron hospedarse, por lo que, enfadado, decidió construir al lado un edificio que dejara al Palace, (como se llamaba el Palas antes de la Guerra Civil), a la altura del betún, y levantó la casa que lleva su nombre. Esta leyenda fue desmentida por la hija del industrial Enriqueta Carbonell en una carta que envió al Diario Información en 1982, en la que reivindicaba la figura de su padre como un hombre "de un exquisito refinamiento", negando que pudiera presentarse en el hotel desaliñado y sucio. Los bisnietos de Carbonell también niegan la leyenda. El industrial levantó la casa porque la salud de su hija hacía recomendable que viviera cerca del mar.
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